Lesiones que curan
1 febrero 2016

¿Quién
no se ha lesionado alguna vez,
por largo tiempo, y ha sentido que se le acababa
el mundo?
En las siguientes líneas comparto mi experiencia y aprendizaje con las lesiones a lo largo de toda una vida de entrenamiento.
En los últimos meses he experimentado 3 lesiones diferentes que me han llevado a una reflexión y a una forma de entrenamiento diferente.Rodillas, cuello, cadera. Me ha hecho recordar el sufrimiento que experimenté siendo una niña todavía, cuando practicaba gimnasia rítmica y me lesionaba con frecuencia. Llegué a enemistarme con mi propio cuerpo por no permitirme disfrutar de lo que más me gustaba: la gimnasia. Dejé este deporte porque estaba enfadada, porque me dolían la espalda y los muslos constantemente. Tenía la sensación de no mejorar y entrenar ya no era divertido.
Al poco tiempo empecé a bailar, pero mi cuerpo no mejoró, simplemente cambió el lugar de la lesión, y durante toda mi vida de bailarina tuve el convencimiento de que estaba en desventaja respecto al resto de bailarines, arrastraba lesiones antiguas y acumulaba nuevas. No aprendí a deshacerme de ellas y no conseguí disfrutar de esta disciplina tampoco. Durante el comienzo de una clase de ballet en 2009, noté el típico pinchazo en la cadera derecha y me rendí, tomé la decisión de dejar de maltratar mi cuerpo. Nunca iba a destacar bailando porque no disfrutaba, y tenía ganas de ser buena en algo, de pasármelo bien con mi profesión. Cogí mi bolsa y me fui de clase. Convencida de que dejando de entrenar los dolores cesarían... Nada más lejos de la realidad.
Después de años de pilates y recientemente practicando ashtanga yoga, tras años de estudiar el cuerpo y de trabajar con personas lesionadas, me he dado cuenta de que me hallo en una búsqueda incansable de la verdad sobre la lesión. ¿Qué enseña una lesión? A veces me está diciendo que pare, otras que reflexione sobre mi forma de entrenar, o incluso que revise mi forma de vida.
Y con todo esto llego a hoy. Como he dicho al principio, he estado unos meses lesionada. Dolores que me han impedido caminar normal y mover el cuello, son molestias que recuerdo haber tenido en otras ocasiones, con momentos intensos de dolor, pero por primera vez desde que dejé de bailar he decido seguir entrenando, convencida de que el mismo ejercicio hecho con otra intención, me curarían. Ha sido un esfuerzo grande ir cada día al estudio de yoga y pasar entre 20 y 30 minutos estirando, preparándome para realizar la serie. Me he centrado en aquellos músculos profundos del cuello y de la pelvis. Siempre he sido consciente de que mis rotadores de cadera eran especialmente rígidos si lo comparaba con el resto de músculos de la misma articulación, así que me he centrado en ellos, dolía bastante, pero algo me decía que debía insistir, pasar ese proceso. Quizá fuera porque ese dolor de estiramiento profundo nunca lo había sentido en esa zona anatómica, en ese movimiento. Y he insistido en ello, después de varias semanas, llevo unos días sin apenas notar las rodillas y con las caderas en plena forma. Por lo que respecta al cuello, fue un proceso más corto, pero también me costó mucho.
Gracias a esta experiencia tan ardua y a la vez tan liberadora, le quiero dar la importancia que se merece a los estiramientos y comprometerme a realizarlos diariamente. Y más allá, quiero resaltar el valor de la lesión, entenderla como una invitación a la reflexión y a los posibles cambios que debo realizar cuando realmente me está impidiendo progresar y disfrutar de mi actividad diaria.